29 de abril de 2012

"El Chal de Cachemira...el más deseado"

Esta prenda, que formó parte de la vestimenta de la época, se convirtió en un signo de buen gusto y distinción. Cómo ya dije anteriormente, hay multitud de retratos de damas de la época, donde aparecen ataviadas con sus elegantes trajes, cuya única nota de color la ponen estos chales y las joyas que llevaban como complemento a sus trajes.
Retrato de la Emperatriz Josefina, 1808
El "cachemir" se puso de moda en Europa en el siglo XVIII, con los famosos chales que llegaban de la zona de Cachemira, en la India.

El cachemir es una de las fibras de lana naturales más finas y apreciadas del mundo. Se obtiene del pelaje de una raza de cabra (Capra lincus) y la más apreciada es la que vive en las altas cumbres del Himalaya.
Marie-Françoise Rivière,1806
El animal en estado salvaje muda su pelo a principios del verano y es recogido manualmente por los habitantes de las montañas. Las cabras domésticas producen un cachemir de inferior calidad. El pelo, que puede ser de color blanco, marrón, gris o rojizo, se tinta muy fácilmente.

Es una fibra muy valiosa por su tacto, peso, flexibilidad y suavidad, es la más lujosa que existe y también la más cara.
Posteriormente, y a causa de la demanda, los comerciantes franceses propusieron fabricar imitaciones. Los chales fabricados en la zona de Lyon, fueron los más demandados por las francesas, ya que eran de gran calidad y exquisito colorido. 

Desde mediados del siglo XIX, la lana de cachemir se vendía en los almacenes Liberty de Londres, era de excelente calidad por su finura y poco peso, pero resultaba muy cara y se estropeaba con facilidad. Arthur Liberty, propietario de la tienda, encargó a los tejedores ingleses la fabricación de un tejido de idénticas características, con fibras traídas de Cachemira, a la que terminarían bautizando en 1879 con el nombre de "cachemira umritza", que tuvo un gran éxito tanto dentro como fuera de Gran Bretaña. El tejido tenía las mismas características que el hecho en la India, se hacía con tintes neutros y naturales y era más duradero. Las largas fibras que tenían en la superficie lo hacían muy atractivo.

Y voy a terminar con la observación de que el término "cachemir" se utiliza también para designar tejidos de un estampado característico, ya que los chales de cachemir, que venían de la India, lo tenían. 



"El Chal"

Otra de las prendas de abrigo y de las más usadas con este tipo de vestido, era el "chal", que al principio consistía en una tira de tejido estrecha y larga. Los más apreciados fueron los de Cachemira, en tejidos de lana muy fina y con dibujos típicos de palmas y atractivos y variados colores, que llegaron a convertirse en signo de elegancia y riqueza.
RETRATO DE "LA TIRANA", GOYA [1799]

"Juboncito o Spencer"

La finura del tejido de este tipo de vestidos obliga el uso, como prenda de abrigo de los "juboncitos", jubones muy cortos y abiertos por delante. Se denominan "spencer" en el resto de Europa.
El spencer es una chaquetilla corta, de uso masculino y femenino. Es de origen inglés y su nombre se debe a Lord Spencer de quién se dice que, burlándose de los rápidos cambios de la moda, se le ocurrió cortar los faldones de su chaqueta, y al cabo de pocos días todo Londres (hombres y mujeres) llevaban el spencer. Aquí en España también recibió el nombre de juboncito, al ser un estilo de jubón, pero de pequeño tamaño. Se usó como prenda de abrigo, sobre todo cuando se impuso la moda de los vestidos camisa, que al ser de telas muy vaporosas y finas necesitaban prendas de abrigo.

En esta imagen podemos ver dos juboncitos. El de la derecha es en raso de seda en color marfil. La prenda de la izquierda es en piqué de seda marrón y beige, va decorado con una aplicación de cordoncillo entorchado sobre la seda. Las dos prendas son ajustadas al torso, por debajo del pecho y con cuello de tirilla alto.Los detalles estructurales de las dos prendas, como el alto cuello de tirilla y el largo de las mangas, los sitúan en la primera década del siglo XIX.
Esta prenda corta  a  modo de chaquetilla, aparece alrededor de 1795 como prenda de encima de los “vestidos camisa”. Actualmente se conoce cono "Bolero" o "Torera"

5 de abril de 2012

"Vestido Camisa o Camisa"


El "Vestido Camisa"  se puso de moda a finales del siglo XVIII. En un principio, se parecía a la prenda interior del mismo nombre y era un traje entero y cerrado, que se metía por la cabeza o los pies, y que se ceñía a la cintura por una faja o lazada de tela con un color que contrastase.

Se impusieron en telas finas y transparentes, pero éstas en sí no eran una novedad, pues durante la segunda mitad del siglo XVIII se usaron cada vez más; al principio, para adornos y guarniciones y, después, para vestidos enteros. Debajo de estos vestidos las mujeres no llevaban más que una camisa (interior) pegada al cuerpo y unas enaguas que servían de viso. 
En España, a finales del XVIII, el traje que más usaron las mujeres fue este tipo de vestido y se llamó "Camisa", por su parecido con la prenda interior de dormir. Al principio fue un simple tubo de muselina con un pasacintas bajo el pecho para fruncir la tela de la falda y otro para recoger la tela del escote. Pero pronto se hizo más elaborado y se separa el cuerpo de la falda, y  ésta consta de cuatro paños de vuelo, se mantenía estirada por delante y todo el vuelo se recogía en los costados y, sobre todo en el centro de la espalda con unos tablones.


A principios del siglo XIX el vestido camisa, una prenda de muselina blanca, casi transparente, de cintura alta, similar a las túnicas griegas o romanas, se puso muy de moda. Revelaba más partes del cuerpo femenino que cualquier prenda anterior. Este fue el resultado de un concepto moderno e innovador del cuerpo femenino. No obstante, tras saborear de forma breve las libertades del vestido camisa, el cuerpo femenino se sometería nuevamente al estricto control del corsé durante otro siglo.

Esta moda femenina de vestidos semitransparentes de muselina, de talle alto, amplio escote  y figura estilizada al estilo clásico se conoce como la moda de "El Directorio" y no duraría mucho tiempo (1795-1802). Fue una moda nacida en Francia, entre finales del reinado de Luis XVI y el Primer Imperio de Napoleón. Esta moda coincide en España con el reinado de Carlos IV.

Familia Real de Carlos IV, Goya (1800-1801)
En este retrato de la familia real se puede observar como las damas llevan el vestido con  un sobrevestido o especie de túnica, bordada en oro y plata, para cubrir las transparencias del vestido.
Durante el día estos trajes se llevaban en telas estampadas o lisas y para la noche estaban bordados con hilo crudo, hilo de plata y lentejuelas plateadas en una gran cenefa en el borde de la tela.


Aunque tuvo una vida limitada el vestido camisa ocupa un lugar único en la historia de la indumentaria femenina. 

Doña Joaquina Tellez-Girón, hija de los duques de Osuna
[Esteve y Marqués Agustín]

La Duquesa de Osuna, su hija y su nieta (1796-1797)
[Esteve y Marqués Agustín]

María Josefa Gayoso de los Cobos Téllez-Girón
Condesa consorte de Brunetti
[Esteve y Marqués Agustín]

Cambios en la moda durante el período revolucionario

En 1789 con la Revolución Francesa se produjo un profundo cambio en la estética de la moda, y el material favorito cambió de la seda al sencillo algodón. Fue una revolución provocada por diversos factores: el fracaso de la economía nacional, el creciente conflicto entre la aristocracia y aquellos con prerrogativa real (aquellos que gozaban de ciertos privilegios reales), el descontento de una mayoría de ciudadanos frente a las clases más privilegiadas y una prolongada y severa escasez de alimentos.

Aquellos que todavía vestían ropas de seda extravagantes y de vivos colores eran considerados antirrevolucionarios. En lugar del calzón y las medias de seda que simbolizaban la nobleza, los revolucionarios franceses se pusieron pantalones largos llamados "sans-culottes", en España al pantalón largo se le conocería cono "chanchullo".

Pero no todo cambió en 1789. Si bien durante la Revolución surgieron nuevos estilos de moda que se sucedían rápidamente, reflejando la cambiante situación política, el atuendo clásico, como el "traje a la francesa" se seguía utilizando como traje oficial de la corte. Las nuevas modas convivieron con las antiguas durante todo el período revolucionario.

En algunos casos el caótico clima generó modas excéntricas. Y siguiendo esa línea de excentricidad, los  petimetres (petits-maîtres), llamados "incroyables" en Francia y "currutacos" en España, aparecieron durante la etapa del Directorio, que es la anterior  al estilo Imperio (1804-1814). Los cuellos extremadamente altos caracterizaban su vestimenta, además de grandes solapas dobladas hacia atrás, chalecos chillones, corbatas anchas, calzones, cabello corto y bicornios en lugar de tricornios. El equivalente en femenino de los "incroyables" fueron las "merveilleuses" y en España el equivalente femenino de los "currutacos" fueron las "madamas de nuevo cuño"...que lucían vestidos extremadamente finos y diáfanos, sin corsé ni tontillo o guardainfante.
En la ilustración podemos ver como un "incroyable" ofrece una moneda a una indignada "mervelleuse" a la que ha tomado como una señorita de la vida. Estas "maravillosas" mujeres llevaron la costumbre de vestir a la griega hasta sus últimas consecuencias, llegando a ser centro de admiración pero también de parodia y crítica en la prensa de la época.




3 de abril de 2012

"María Antonieta, una adelantada para su tiempo"

Un precursor del estilo de la indumentaria que iba a reflejar este tema, un estilo que será influenciado por los ingleses, fue el que adoptó María Antonieta. Para escapar de los rigores de la vida de la corte, la joven reina empezó a vestir con un sencillo vestido de algodón y un gran sombrero de paja, y jugaba a ser una pastorcilla en el "Hameau de la Reine del Petit Trianon de Versalles". No es pues sorprendente que la reina adoptara también una sencilla camisa de muselina blanca, un estilo que por el año 1775 se empezó a conocer como la "chemise à la reine", o lo que es lo mismo "camisa de la reina".

Este fue el retrato que escandalizó a una nación. María Antonieta, la reina de Francia en 1783, ya había conmocionado a los franceses con su opulencia y ahora se las arregló para consternar a la nación al deshacerse de la ostentación y darle un enfoque más simple a su vestimenta. Tan simple, de hecho, que la nación pensó que había posado para el retrato en su ropa interior.  

Pero a pesar de que inicialmente fue denunciada como indecente, para la década de 1790 las mujeres francesas y británicas habían empezado a adoptar vestidos de camisa de muselina.

"Retorno a la naturaleza"

En contraste con la extravagancia de la indumentaria de la Corte, las prendas de vestir comunes tendían a ser sencillas y cómodas. La excavación de las antiguas ruinas romanas de Herculano en 1738 dio un fuerte impulso al naciente estilo "neoclásico", basado en el culto a la antigüedad. Al incorporar el concepto de Jean-Jacques Rousseau del "retorno a la naturaleza", este interés por las antiguas Grecia y roma se convirtió en un punto crucial para los cambiantes ideales de la sociedad europea. Fue un concepto que llegó a dominar el mundo de las artes y el estilo de vida de los europeos desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta principios del XIX.

"Ni tanto...ni tan poco"